La guerra y las artes marciales cultivan estrategias, pero lo más efectivo no es solo la fuerza física, sino el uso del corazón y la mente.
Ya sea en la guerra o en las técnicas de combate de las artes marciales, el objetivo final es hacer que el otro se someta a ti. Sin embargo, además del uso de la fuerza, hay muchas otras maneras de lograr la sumisión. Al cambiar la mentalidad o las creencias de los demás, puedes hacer que te acepten sin necesidad de violencia.
En el ámbito de las artes marciales, cuando alcanzas cierto nivel, la gente busca aprender sobre la teoría y la cultura que las respaldan, buscando una conexión cultural más profunda.
Especialmente en el caso de las artes marciales de Wudang, que están ligadas al patrimonio cultural del taoísmo.
El taoísmo, en esencia, es una ciencia que estudia la relación entre el hombre y la naturaleza, así como los misterios del cuerpo humano, incluyendo el misterio de la vida misma. Las artes marciales incluyen todos estos elementos. Si solo te centras en el combate y no investigas más allá, no podrás progresar.
En las artes marciales usamos «energía vital» (qi), que proviene del cuerpo y del espíritu. Si no aprendes a transformarla y utilizarla adecuadamente, ese recurso energético puede agotarse.
En el taoísmo, hablamos de la ciencia natural, la ciencia del cuerpo y la ciencia de la vida. La última, la ciencia de la vida, se centra en la transformación y la continua mejora del cuerpo y el espíritu.
Durante la juventud, o incluso en la mediana edad, las personas suelen preferir cultivar la energía masculina (yang), buscando la fuerza y el poder. Quieren sentirse poderosos, y practican artes que reflejan esa energía. Pero, al profundizar en la cultura y sus enseñanzas, se dan cuenta de que la fuerza no resuelve todos los problemas. Cuando esa energía yang se agota, empiezan a buscar algo más equilibrado.
Es entonces cuando aprenden que no siempre es necesario destruir al oponente para vencerlo. Pueden dominarlo con sutileza, como en el caso del Tai Chi, donde utilizas la suavidad para contrarrestar la fuerza del oponente. Con técnicas como «cuatro onzas para mover mil libras» (四两拨千斤), se usa la quietud para controlar el movimiento y la suavidad para vencer a la dureza. Puedes vencer al oponente sin destruirlo, mostrándole que podrías hacerle daño, pero eligiendo no hacerlo.
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